1- Muchas gracias por venir
2- Para no desaparecer, al menos no tanto.
3- Sujeto Tenure- Track.
4- Miedo a pasar las fiestas sola.
5- El cuerpo como catástrofe.
6- Un diario.
7- La forma humana.
8- Esto es performance.
1- Muchas gracias por venir.
En lo que se va constituyendo casi como un rito, hoy nos reunimos para continuar el trazado de esta peripecia transnacional en la que experiencias de vida, de cuerpos en el cruce de fronteras, arrojan luz sobre sistemas de sujeción contemporáneos.
Cuando los dejé en Octubre del 2011, acababa de conseguir la visa para aliens de habilidad extraordinaria.
Esta visa, como saben, me permite continuar mi vida afectiva y profesional en Estados Unidos, mientras voy cumpliendo con el requisito de dos años de residencia en Argentina impuesto por la visa Fulbright con la que viví en el país del norte entre el 2001 y el 2011.
En la entrega anterior de Sujeto Transnacional, aquella de Octubre del 2011, les conté cómo el proceso de solicitud de la visa O1 para Aliens de Habilidad Extraordinaria, ya desde su mero nombre, fue moldeando aspectos de mi subjetividad.
En esa conferencia-performance compartí con ustedes frases notables como, cito, “vos dame los huesos, yo armo el animal”, pronunciada por la abogada que se hizo cargo de mi caso, o la aun más certera, cito, “tener la J1 Fulbright es como tener el virus del SIDA” cuya autoría corresponde al abogado de Los Angeles que no aceptó ocuparse de mi caso, al menos no hasta que pudiera demostrar a través de notas en los diarios, etc. que soy, cito, “una hija dilecta de Argentina”.
En ocasión de Sujeto Transnacional, ahora Parte 1, expuse mis reflexiones sobre distintas corporalidades contemporáneas, tales como la informática, que dan cuenta del cuerpo como campo expandido, target certero del poder, en sus formas más sofisticadas y dispersas. Hablé de cómo, para no despertar una posible lectura de mi persona como subversive al momento de solicitar mi visa de habilidades extraordinarias, intenté borrar mis digital footprints, huellas digitales, tanto como se pudiera.
Aun aquellos que asistieron a la performance que hicimos con la artista visual Ivana Vollaro en el CCGSM dentro del ciclo “Mis Documentos” no saben lo que pasó después de ese Octubre en que partí a “the land of the free and the home of the brave”, la tierra de los libres y hogar de los valientes, transformada en ese alien de habilidades extraordinarias.
2- Para no desaparecer, al menos no tanto.
La historia siguió así: Llegué a Los Angeles para reunirme con mi compañera, otra alien de habilidad extraordinaria.
Nada de lo que mi visa O1 decía que iba a hacer a mi regreso fue aceptado por las universidades que me habían ofrecido empleo temporario en diversos proyectos académicos.
Las divisiones de recursos humanos alegaron que mi visa era para artistas y que de realizarse una inspección oficial por parte de migraciones se deschavaría el problema y ésto resultaría en una multa para la institución.
Ya conversamos en su momento de cómo en Estados Unidos las universidades y otras instituciones culturales devinieron centros de control por parte de organismos vinculados a la migración, especialmente después de los atentados del 9 de septiembre de 2001, ya que varios de los ejecutores tenían visa de estudiante.
De todas maneras, a pesar de este inconveniente pude sobrevivir aunque pagando una tasa más alta de impuestos ya que fui empleada como trabajadora free-lance.
Como había regresado para resuaurar mi relación afectiva, no tenía en mis planes en ese momento responder a avisos de empleo de universidades distantes. Sin embargo, en noviembre del 2011, a un mes de llegada recibo un mensaje de un colega de la Universidad de Northwestern donde se encuentra uno de los departamentos más importantes en el campo de los estudios de performance.
Que si voy a mandar mis materiales, que mi perfil encajaría muy bien allí, que se está formando una nueva camada de investigadores.
Mi directora de tesis se entera. Me llama. Quiere saber qué voy a hacer.
Me dice, tácticamente, que la gente pregunta por mí.
Ya tiene trabajo fijo? Qué está haciendo?
No se puede estar fuera del radar por mucho tiempo, dice.
Ella llama desde un aeropuerto. Yo hablo desde el cuarto del departamentito de Los Angeles. Flavia en el living. Turnig point en el horizonte.
Decido presentarme, ver qué onda. La coyuntura me es favorable. Occupy Wall Street, Anonymous, la primavera árabe han hecho que mi trabajo sobre protestas performáticas y nuevos medios se vuelva relevante.
La crisis del 2001 en Argentina, uno de los estudios de caso de mi investigación, toma una nueva dimensión. Ya no es como en mis anteriores cruzadas por los campus norteamericanos donde iba a exponer sobre los cacerolazos del 2001 para informarles cómo el capitalismo especulativo había arruinado a nuestro país.
Now, “we are all in this together”. “A mí me pasa lo mismo que a usted”.
Occupy Wall Street cita las asambleas barriales, las consultas de los Zapatistas, los cacerolazos y los estudiantes chilenos y canadienses redefinen la práctica de protesta sonora justo cuando en nuestro país ya empieza a cambiar de signo. Aquí, cacerolas de teflón. Allá, cacerolas para protestar contra el modelo neoliberal de la educación como negocio.
3- Sujeto Tenure Track.
Voy a Northwestern. Doy mi charla. Me dan el trabajo.
Ah, no dije que Northwestern queda en Chicago.
Viendo cómo era la situación con mi visa de habilidades extraordinarias, lo difícil que se había tornado ser independiente aunque esa visa en parte lo permitiera, juzgamos que, para poder estar juntas, Flavia y yo teníamos que estar separadas.
Chicago significaba “pero no tanto”.
Como buena ingeniera, Flavia pronunciaba sus palabras mágicas: “We will figure it out”, “ya lo vamos a resolver”.
A pesar de que ya tenía la visa O1, al cambiar de empleador tuve que hacer el trámite de nuevo.
La Universidad se encarga de los gastos, que serán exactamente los mismos, aunque el caso, el argumento de que soy un alien de habilidad extraordinaria, ya está armado. Un señor llamado Ravi Shankar se ocupa de llevar adelante mi solicitud de visa para ingresar al plantel de Northwestern. MI abogada hace bromas con el nombre.
Después de cuatro años de graduada, comienza ahora mi carrera dentro de lo que llaman “tenure track”, es decir, el proceso de “probation” que dura seis años a través de los cuales tengo que pasar distintas evaluaciones para poder asegurarme el puesto de modo vitalicio (tenure).
Los grandes hitos de este proceso son:
Dentro de este proceso las medallas más importantes a obtener son: para la evaluación del tercer año, el contrato de publicación de tesis doctoral, ahora libro, con una editorial académica de peso en el área de les postulantes; para la evaluación del sexto año, el libro publicado. Más allá de ésto, se trata de mantener la performance académica con publicaciones, buenas evaluaciones pedagógicas, una agenda coherente y sólida de investigación, y participación en el desarrollo y actividades del departamento.
Como ven, el armado de la visa O1 donde tuve que demostrar por qué podría considerarse que soy un alien de habilidades extraordinarias me ha puesto en la puerta de esta nueva prueba de características casi medievales. Ya tengo experiencia y bastantes documentos recopilados.
La princesa espera en el balcón junto al rey. “Eyes on the prize”, es la frase con la que todos aquellos que somos presa de lo que Lauren Berlant llama “Optimismo Cruel” seguimos encantados con el anaranjado brillante de esa enorme zanahoria que siempre se corre unos metros más adelante.
4- Miedo a pasar las fiestas sola.
Diciembre de 2013. Miedo a pasar las fiestas sola. Es inevitable. Flavia en Italia con su mamá y yo tengo que avanzar con el libro. Estoy editando los capítulos de mi tesis. Me obsesiono con el book proposal. Cuál es el argumento del libro? Qué plantea cada capítulo y de qué manera cada capítulo se empalma con los anteriores para sustentar ese argumento general?
Crecí en una cultura de escritura no argumentativa. Juzgo este detalle como una falencia estructural.
Juego a hacer argumentos sobre la nieve, por ejemplo, “la nieve no oculta sino acentúa la forma de las cosas”.
Disparo argumentos en Facebook, algo sobre el Papa.
Me entreno para detectar argumentos en otros.
Sin embargo, a la hora de escribir, no sé qué estoy diciendo.
La escritura académica se basa en contra-argumentar sobre lo que otros dijeron.
Mi composición celular, memoria ancestral de lo colonial, dictatorial, patriarcal, me sitúa frente a lo impreso como un testigo de palabra-verdad. Qué puedo decir yo con mi pequeña voz?
Qué puedo decir? Qué puedo? Cómo puedo?
Casi puedo… sentir literalmente cómo mi cerebro se estira. Es como si estuviera en el área chica esperando un centro. Voy al café a escribir y vuelvo con las manos vacías. Vivo en un gran meta discurso, rodeada de cuadros conceptuales, notas, cuadernos que se suceden unos a otros.
Suben mis triglicéridos. Dicen que es peligroso.
Meses dedicados a la escritura en el invierno crudo de Chicago. Largas horas de plena actividad mental escribiendo sobre el cuerpo como herramienta de protesta, pero con el mío entre parentesis. Salvo cuando, entre parrafos, voy a la cocina y me doy con queso y aceitunas. Me recomiendan bailar.
5- El cuerpo como catástrofe.
IVANA:
Búsqueda: “cuántas veces por día tragamos?”
Un adulto típico traga dos veces por minuto cuando está despierto y una vez cada cinco minutos cuando duerme.
Búsqueda: “Deglución. Cómo tragamos?
La deglución es un proceso complejo. Aproximadamente 50 pares de músculos y muchas terminales nerviosas trabajan para recibir el alimento en la boca, y para prepararlo y transportarlo desde la boca al estómago. Esto ocurre en tres etapas. Durante la primera etapa, llamada “etapa oral” la saliva suaviza y humedece la comida para hacer que el proceso de tragar sea más fácil. La segunda etapa, llamada “fase faringea”, comienza cuando la lengua empuja la comida o líquido al fondo de la boca. Esto dispara una respuesta de tragado que pasa la comida a través de la faringe o garganta. Durante esta fase la laringe o caja de la voz se cierra y la respiración se detiene para evitar que la comida entre en las vías respiratorias. La tercera etapa comienza cuando la comida entra al esófago, el tubo que acarrea alimento al estómago. Este pasaje ocurre generalmente en tres segundos dependiendo de la textura y consistencia de la comida.
[VIDEODEGLUCION]
Miércoles 7 de Enero.
Recibo por Facebook la noticia de que mi madre está descompuesta.
“Cómo descompuesta? Panza? Presión?”
Nati dice: “No sé mucho, está mal. Se desmayó y vomitaba”.
Lo primero que se investiga, por los relatos que la paciente hace del episodio, es la posibilidad de que haya sufrido un ACV.
Y de eso se trata. En el tronco cerebral. Por allí pasan muchas funciones, nos explican. Algunas motoras, como el equilibrio.
Aun no se sabe a ciencia cierta cuáles serán las secuelas. Muchas se irán detectando al ver al cuerpo en acción, por ejemplo, cuando intente pararse.
Tengo la imagen de una habitación con muchas luces, tubos fluorescentes donde uno se apaga. O más bien, una cámara eléctrica que ha perdido una de sus fases. Muchas cosas, como pasa después de una tormenta, todavía no se saben.
Por la zona, nos dicen, me dicen, le ha afectado la posibilidad de tragar. Tiempo después averiguo que esta condición se llama “disfagia”.
A partir de aquí, será el camino de rehabilitación. Primer paso, aprender a administrar la saliva.
IVANA:
Una persona saludable genera entre 1 y 2 litros diarios de ese líquido lubricante y un tanto repulsivo. El caudal asciende a 0,5 mililitros por minuto en estado de reposo, y se eleva hasta 5 ml/minuto durante las comidas; es decir, la mitad de una caña de cerveza en una cena de media hora. Una persona que viva 70 años habrá producido unos 30.000 litros de baba, cantidad suficiente para llenar una piscina de tamaño medio.
M:
Primero se tose, se expele la saliva en pequeñas servilletas de toilet que ella apila al costado de su cama por miedo a quedarse sin.
Reponer las faltantes se transforma en uno de los persistentes actos de amor de quienes la acompañamos.
Ingiere alimento a través de una sonda, que luego se corre de posición en el interior de su cuerpo y la pone a las puertas de uno de los momentos más críticos de este proceso.
En terapia intensiva, con respiración artificial, escribe en un papel “Qué van a hacer conmigo? Ya no doy más. Es como estar muerta sola. Dónde está…?” Pregunta por mí.
Madre máquina rota. Madre que ahora tiene un cordón umbilical hacia afuera.
Explico a mis amigos que el botón gástrico, un tubito por el cual le ingresa el alimento y los medicamentos diluidos directo al estómago, convierte a mi madre en unas especie de inflable. “Tiene un cañito con un agujero con tapita como si fuera una pelota de playa”. Ese es el hilo que la conecta a la vida, al alimento, a nosotras. Es el cañito que hace que nuestro cuerpo sea suyo y viceversa.
Mientras escribo sobre constelaciones performáticas, redes de acciones que configuran espacios y tiempos dislocados en intervenciones convergentes pienso en ese tubito como un vector que conecta nodos, vidas, saberes.
Estoy en Buenos Aires, primero por tres semanas, valija con remeras de verano y un pantalón de vestir por si pasa algo. Ella me enseñó a pensar así. Odiaría que me presentara a su despedida con ropa informal. Luego se determina que me voy a quedar más tiempo. Seis meses. Afrontaré el invierno con la ropa con la que viajé de mi casa al aeropuerto en el frío invierno de Chicago.
6- Un diario.
1ero de Febrero. Buenos Aires.
How to even begin to convey? Cómo intentar explicar?
Imágenes de agua, mi vida a la deriva, una ola que nos barrió a todos, dejándonos en una nueva posición, y aun así no hay posición que se pueda sostener.
Es como si nuestros cuerpos se tornaran formas, como si este naufragio que se inició en el cerebro de mi madre transmitiera caos a otras cabezas. “Todos tuvimos un ACV”. Esto crea una nueva realidad para mí. Me pone otra vez en la espera y no estoy segura de poder vivir ahí por mucho tiempo.
No es nostalgia del primer mundo o de la productividad.
Anhelo la magia de lo creativo, del pensamiento, de las historias de otros mundos que no son mías, historias en las que vivo, de las que respiro. El sentido de la peculiar experiencia en la que todo este llanto que empuja para salir se disipa en gotas de rocío, bliss, safety, plenitud. Anhelo un lugar donde pueda decir “yo soy” sin tener que probar nada.
Vivo con un ojo en performance. Es decir, a veces, no siempre, registro la experiencia como parte de un sistema estético y politico. Dar cierta forma, aunque sea meramente intelectual, me resulta curativo.
Hay Sujeto. Me veo entre dos opresiones: la Universidad neoliberal con sus sistemas de evaluación del trabajo inmaterial, colonizadora de la vida (más allá de su enorme generosidad con la que me da licencia por unos cuantos meses y posterga la instancia de “evaluación del tercer año”). Y el patriarcado, que nos ha puesto a mi hermana y a mí como cuidadoras by default, cuyas vidas bien pueden ponerse entre paréntesis, o mejor, al pie del cañón.
Hace poco, cuando supo que preparaba mis valijas para asistir a mi familia luego del accidente de mi madre, un amigo me preguntó si yo creía que los padres planean la descendencia de cara a su vejez. Es decir, si planean la composición familiar desde el punto de vista económico, programando cuidadores ad honorem. Qué otra cosa que economía política es la familia, no?
Gran problema para una muchacha queer que no supo tener en cuenta este aspecto.
Mientras cuido, pienso quién cuidará de mí.
Mientras cuido, me preparo para una familia que va a quedar reducida a dos miembros.
Mientras cuido, desconfío de la idea de familia. Mientras cuido, escribo. Escribo desde la nebulosa. Escribo como puedo. Escribo como casa. Escribo para aferrarme a lo que parece insostenible. Escribo entre el trabajo intelectual y el trabajo afectivo. Patriarcado y crisis del cuidado. Mi madre dice: “Tuve hijas mujeres y mirá lo bien que me vienen ahora”.
John Fiske escribe: “La lucha por el control de los significados y placeres (y en consecuencia el control de los comportamientos) del cuerpo es crucial porque el cuerpo es allí donde lo social se presenta de modo más convincente como lo individual y donde la política se puede disfrazar mejor como ‘naturaleza humana’”.
Frente a un cuerpo roto, el cuerpo de mujer significa cuidado, es un discurso vuelto carne.
Ante la amenaza a veces imaginada a veces real de no poder retomar mi carrera, muchas veces fantaseo con llevar a mi madre conmigo a Chicago.
Tres pisos por escalera. Imagen del cuerpo arrastrado.
Cargar con mi madre.
Escribo a Stella: “Hace días tengo esta imagen de una performance donde me acerco a alguien y simplemente me siento a su lado, tipo Las alas del deseo. Mujeres bolivianos vendiendo especias, morrones; gente en una plaza. Sentarse a escuchar lo no dicho. La otra imagen es yo acarreando o intentando acarrear el cuerpo de mi madre.”
Planear la vejez como obra de arte. Ojalá estén las redes y las comunas cuando seamos viejitas.
7- La forma humana
A mis 48 años descubrieron que tengo el útero en forma de corazón.
El cuerpo es destino. Pienso que tal vez haya sido una gracia no haber querido concebir, porque mi cuerpo no está diseñado para alojar.
En una de las sesiones de ecografía con la que monitorean otro asunto, decidieron chequear si tengo los dos riñones ya que el útero bicorne generalmente viene acompañado por la incompleta formación de uno de los riñones.
Cuando descubieron todo en su lugar, la profesional que me atendía me comentó que tener un sólo riñón no es de peligro pero que causa dificultades.
Mi colega, Josh, le donó un riñón a su mentor, José Muñoz.
El año pasado, José murió repentinamente a los 46 años, dos años después del trasplante. Murió de una neumonía o algo así, no directamente relacionado con la razón por la que necesitó el trasplante.
Una vez, bromeando, Josh me dijo “so much for my kidney” (algo así como, “ahí se va mi riñón…”). Al enterarse de la muerte de José, Susana Cook, performera argentina que vive en Nueva York, me preguntó si Josh podia recuperar su riñón…
8- Esto es performance
Y ahora es la partida. Llega la hora de transicionar de vuelta a mi vida. A veces siento que esta ausencia-presencia de la existencia transnacional es como una muerte anunciada.
Me encuentro diciendo: “Cuando yo no esté…hagan ésto y aquello” o “Cuando yo no esté, van a tener más…”.
Porque para que se sostenga el sistema que creamos necesito quitar mi cuerpo de la escena. “Cuando yo no esté, van a poder disponer del dinero del alquiler de Malabia”.
Tendremos que aprender a cuidarnos de lejos, por skype, como Flavia y yo aprendimos a generar cierta cotidianeidad en estos años de estar “separadas pero no tanto”, esa cercanía etérea en la que contener al otro es logearse para iniciar sesión.
Cómo desencarnar despacito, no sólo de este cuerpo colectivo familiar que hemos armado a lo largo de estos seis meses, sino salirse del cuerpo país, todo albiceleste, que me encontró por sorpresa en este naufragio disfrutando un mundial de fútbol. Cuerpos con banderas, con cornetas, con caras pintadas, con pelucas; pasiones de menor a mayor, edificios que se caen del bullicio, barrios que explotan, que se hacen presentes, tanto como mi otro mundo aparece por Facebook a dar cuenta de cómo se vive en los miles de puntos donde estamos.
Cuerpos conectados admirando esos cuerpos que se hacen heroicos, que vuelan entre los palos, que corren más de lo que pueden, que se desgarran, que danzan en la repetición en cámara lenta, esa punta de botín prodigiosa que nos salva.
Y también el cuerpo como catástrofe, cuerpos que caen, cuerpos rotos, cuerpos agujereados, cuerpos que no llegan, cuerpos que se van, que se despiden….
El mío que vuelve, que vuelve para volver a empezar, como si llegara a Chicago por primera vez, otra vez.
Presentado en Rinconcito, CABA, el Viernes 11 de Julio de 2014.
Texto: Marsha Gall
Lectura: MG e Ivana Vollaro